Guayaquil - Ecuador

Ese es el problema. Dejamos que la gente diga cosas, y las dicen tanto que se vuelven aceptables para ellos y normales para nosotros.

¿De qué sirve tener voz si vas a callar en momentos indebidos?

FRASES

8/25/20252 min read

Estas líneas no es solo una invitación a hablar; es una ética. En la novela, Starr presencia el asesinato de su amigo Khalil y descubre que el silencio no es neutral: protege a quien abusa y abandona a quien sufre. La voz, entonces, no es un adorno identitario, es una responsabilidad.

Hoy esa urgencia sigue vigente. El racismo no vive únicamente en insultos explícitos; se cuela en decisiones “normales”: a quién se le cree primero, a quién se contrata, a quién se detiene, a quién se le permite equivocarse sin que lo definan para siempre. Está en los “no te enojes”, “no hagas problema”, “no lo tomes a mal” que nos piden callar lo incómodo. Y cuando aceptamos esa pedagogía del silencio, el sistema respira aliviado.

En Ecuador lo vemos en lo cotidiano: comentarios “de broma” que deshumanizan, estándares de “buena presencia” que castigan rasgos afro o indígenas, patrullajes que sospechan del color de piel antes que de una conducta, escuelas y trabajos donde el cabello natural, el acento o la forma de vestir necesitan “corrección”. También en el code-switching que muchos practicamos para sobrevivir: modular la voz, cambiar palabras, esconder costumbres. A veces es estrategia; otras, erosión. Si el precio de ser escuchados es dejar de ser, algo está mal en quien pide el cambio, no en quien lo hace.

La frase de Thomas nos coloca frente a una disyuntiva moral: callar para estar “en paz” o hablar para estar en verdad. Hablar no es gritar siempre; es nombrar lo que pasa: detener el chiste racista en el grupo, respaldar a quien denuncia, pedir cuentas sin folklore, apoyar a creadores afro e indígenas, exigir protocolos claros y datos públicos. Es convertir la empatía en práctica.

También nos recuerda que la voz se educa: informarse, escuchar a quienes cargan la experiencia, reconocer errores sin centrarnos en nuestro orgullo. La valentía no consiste en tener respuestas perfectas, sino en sostener preguntas difíciles y actuar en consecuencia. Porque la neutralidad, en contextos de desigualdad, nunca es neutral: favorece al que ya tiene ventaja.

Hablar tiene costo. Pero el costo del silencio es más alto: normaliza lo intolerable. Si algo nos deja El odio que das es la certeza de que una voz puede no cambiar el mundo sola, pero puede cambiar el aire de una habitación; y a veces, eso basta para que otras voces se animen.

Esta es mi opinión más honesta. Sé que algunos coincidirán y otros no, y lo respeto plenamente. En mi TikTok estaré leyendo sus comentarios: conversemos.